lunes, 17 de febrero de 2014

Prudencia, no debilidad

LUNES, 17 DE FEBRERO DE 2014
PABLO IGLESIAS
La prudencia y la tolerancia, virtudes excelentes, cualidades apetecibles que debemos poseer, están por desgracia muy cerca de la cobardía y de la debilidad. Un dintel casi imperceptible separa las unas de las otras, y a poco que se extremen esas dos se cae en los dos defectos reprobables, patrimonio de quien alberga temores, de quien no tiene el valor de sus convicciones y no las muestra, altivo, a la faz de mundo.
Y como nos debemos ante todo y sobre todo a la verdad, es esta ocasión de preguntarnos los socialistas si no habremos con el mejor deseo extremado la nota de la tolerancia y de la prudencia; de averiguar si por un exceso de delicadeza, por no dar armas a adversarios ruines e indignos de toda consideración, no habremos alguna vez sacrificado nuestras más amadas ideas, nuestras más caras convicciones en aras de una armonía imposible o en honor de los que estimásemos equivocadamente- beneficio inmediato de la clase obrera.
Es hora de investigar si nuestra conducta de ahora y de hace tiempo no habrá sido alguna vez errónea, no habrá causado perjuicios a lo que es, después de todo, permanente, no transitorio, a lo que es para nosotros fundamental, a lo que constituye la razón de nuestra existencia.
Hagamos examen de conciencia.
Han mantenido los socialistas por doquier las organizaciones. Convencidos de su eficacia no han vacilado un solo momento en trabajar en las Sociedades cuando la clase obrera no obedeciendo a estímulos de ningún género se mantenía alejada de ellas. ¡Labor ímproba por lo ingrata!
Pero vinieron circunstancias favorables; al compás de la actividad productora crecieron y se propagaron las organizaciones obreras. Vinieron a ellas elementos de todo género, recelosos unos de ser víctimas de nuevo engaño, de emplear su acción tan estérilmente como la emplearan en los partidos políticos burgueses; enemigos nuestros jurados otros, ansiosos de aniquilarnos, de acabar con nuestra noble, legítima, desinteresada y bien ganada influencia, ¿no habremos a veces claudicado ante el temor de deshacer la organización?
Con toda sinceridad creemos que en algunos casos nos hemos pasado de prudentes.
Urge que rectifiquemos si hemos errado, urge que proclamemos siempre nuestro sentir, urge que expongamos nuestro criterio sin eufemismos ni atenuación, aunque también con oportunidad.
Que la tarea es delicada, cierto. Tacto, y mucho, requiere; pero como tarde o temprano hemos de acometerla, bien será que preparemos el camino.
No hagamos extemporáneos alardes de nuestras convicciones; más no las ocultemos por nada ni por nadie. Nuestra intención es noble, se inspira en un ferviente amor a las ideas de redención y en nuestra ansia de emanciparnos y emancipar. ¿Qué puede detenernos?
Seamos, sí, prudentes en toda ocasión; jamás debemos ser débiles.
(Extractado de El Socialista, 7-IX-1900)
DIARIO PROGRESISTA